Acaba
de enviarme Siro algunas fotos de la procesión del Corpus de este año,
junto con un interesante relato que transcribo a continuación. Por
supuesto, si alguien desea aportar algún otro dato o bien puntualizar
lo aquí recogido, no tiene más que intervenir en los comentarios.
La fiesta del Corpus es una de las contadas ocasiones en que se realiza una procesión en Cubillas, junto con las festividades de San Mamés y San Ramón. Al igual que en los últimos años, se instalaron dos altares o “casinas, una el Teso la Vieja y otra en la bajera de los escalones de la Iglesia. En consecuencia, la procesión comienza dando la vuelta a la Iglesia por el sagrado, por delante del cementerio hacia la primera casina en el Teso de la Vieja, donde se efectúa la primera ofrenda, se desciende brevemente por el camino asfaltado y se toma nuevamente la subida hacia los escalones de la Iglesia donde se encuentra la segunda “casina”. Todo el recorrido se acompaña de repique de las campanas, aunque al actual cura no le agrada mucho el ruido que originan y a menudo solicita que interrumpan los toques.
Antiguamente se instalaban "casinas" por todo el pueblo, de modo que el recorrido de la procesión era mucho mayor. Solían estar colocadas en el Teso la Vieja, en la Plaza, delante de la cochera del coche de línea y en la bajera de los escalones de la iglesia. De este modo la procesión comenzaba dando la vuelta a la Iglesia por el sagrado, por delante del cementerio hacia la primera casina en el Teso la Vieja, continuaba calle abajo hasta la Plaza y por el Lutero hasta la carretera y de ahí a la de la cochera. Después subía por la calle del Rio, cruzando el río por el puente de piedra o saltando sobre las piedras. También se apunta que en alguna ocasión se ascendió de frente por el Cantón. Parece ser que la procesión redujo su recorrido al actual trazado a petición de un cura, al ver que cada año había menos gente y los participantes iban siendo mayores.
En una época la casina de la cochera del coche de línea estaba situada en la Calzada, enfrente de la Cantina, aproximadamente donde ahora se colocan los anuncios. Desde aquí la procesión daba la vuelta y regresaba por donde vino. Por entonces las calles se adornaban con pétalos de flores extendidos por el suelo y se colgaban en las ventanas de las casas sábanas con bordados, colchas morunas y alfombras. Hubo un tiempo en que se tendían cuerdas de lado a lado de la calle y, a modo de banderines de fiesta, se colocaban las sábanas con los bordados bien visibles, con un pañuelo merino colgado a pico sobre ellas, que destacaban sobre el blanco con sus vivos colores.
Las casinas estaban y están confeccionadas a modo de pequeños altares adornados con tejidos vistosos y de calidad, objetos religiosos (crucifijos, rosarios, imágenes, etc.) y muchas flores. Delante de cada una, una alfombra y un cojín en el mejor de los casos, para que el sacerdote se postrase de rodillas durante la ceremonia.
Toda fiesta tiene su anécdota y esta no podía ser una excepción. En el Corpus del año 1968 (puede ser año arriba, año abajo), el conductor de un Seat 600 de la época (es casi seguro que se trataba de este modelo), extasiado con la vista de las calles engalanadas por sábanas, pétalos, colchas y pañuelos, se retiraba marcha atrás para dejar paso a la procesión y se precipitó al rio, justo por el hueco que hay entre la cantina y el puente. Fue rescatado por “la Tirana” y “la Campesina”, pareja de vacas de Nélida y Benigno, que con aquel ajetreo, se quedaron aquel año sin procesión. Todas las fuentes coinciden, en que el conductor marchó tan asustado o avergonzado, que ni dio las gracias ni se supo más de él, hasta hoy.
La fiesta del Corpus es una de las contadas ocasiones en que se realiza una procesión en Cubillas, junto con las festividades de San Mamés y San Ramón. Al igual que en los últimos años, se instalaron dos altares o “casinas, una el Teso la Vieja y otra en la bajera de los escalones de la Iglesia. En consecuencia, la procesión comienza dando la vuelta a la Iglesia por el sagrado, por delante del cementerio hacia la primera casina en el Teso de la Vieja, donde se efectúa la primera ofrenda, se desciende brevemente por el camino asfaltado y se toma nuevamente la subida hacia los escalones de la Iglesia donde se encuentra la segunda “casina”. Todo el recorrido se acompaña de repique de las campanas, aunque al actual cura no le agrada mucho el ruido que originan y a menudo solicita que interrumpan los toques.
Antiguamente se instalaban "casinas" por todo el pueblo, de modo que el recorrido de la procesión era mucho mayor. Solían estar colocadas en el Teso la Vieja, en la Plaza, delante de la cochera del coche de línea y en la bajera de los escalones de la iglesia. De este modo la procesión comenzaba dando la vuelta a la Iglesia por el sagrado, por delante del cementerio hacia la primera casina en el Teso la Vieja, continuaba calle abajo hasta la Plaza y por el Lutero hasta la carretera y de ahí a la de la cochera. Después subía por la calle del Rio, cruzando el río por el puente de piedra o saltando sobre las piedras. También se apunta que en alguna ocasión se ascendió de frente por el Cantón. Parece ser que la procesión redujo su recorrido al actual trazado a petición de un cura, al ver que cada año había menos gente y los participantes iban siendo mayores.
En una época la casina de la cochera del coche de línea estaba situada en la Calzada, enfrente de la Cantina, aproximadamente donde ahora se colocan los anuncios. Desde aquí la procesión daba la vuelta y regresaba por donde vino. Por entonces las calles se adornaban con pétalos de flores extendidos por el suelo y se colgaban en las ventanas de las casas sábanas con bordados, colchas morunas y alfombras. Hubo un tiempo en que se tendían cuerdas de lado a lado de la calle y, a modo de banderines de fiesta, se colocaban las sábanas con los bordados bien visibles, con un pañuelo merino colgado a pico sobre ellas, que destacaban sobre el blanco con sus vivos colores.
Las casinas estaban y están confeccionadas a modo de pequeños altares adornados con tejidos vistosos y de calidad, objetos religiosos (crucifijos, rosarios, imágenes, etc.) y muchas flores. Delante de cada una, una alfombra y un cojín en el mejor de los casos, para que el sacerdote se postrase de rodillas durante la ceremonia.
Toda fiesta tiene su anécdota y esta no podía ser una excepción. En el Corpus del año 1968 (puede ser año arriba, año abajo), el conductor de un Seat 600 de la época (es casi seguro que se trataba de este modelo), extasiado con la vista de las calles engalanadas por sábanas, pétalos, colchas y pañuelos, se retiraba marcha atrás para dejar paso a la procesión y se precipitó al rio, justo por el hueco que hay entre la cantina y el puente. Fue rescatado por “la Tirana” y “la Campesina”, pareja de vacas de Nélida y Benigno, que con aquel ajetreo, se quedaron aquel año sin procesión. Todas las fuentes coinciden, en que el conductor marchó tan asustado o avergonzado, que ni dio las gracias ni se supo más de él, hasta hoy.
3 comentarios:
Muy bonitas las fotos.
Las fotos son bonitas y la historia que nos cuentan es curiosa, (yo no la había oido).
Las casinas las hacen cada año con un diseño distinto y aunque solo se hagan dos, se consigue que la procesión del Corpus siga haciéndose casi, casi, como hace años.
Muchas gracias a las vecinas de Cubillas que ponen su trabajo, su tiempo, sus telas bordadas y adornos para hacer las casinas.
Como ya han dicho todo, yo solo digo que estoy de acuerdo con el comentario de Maite y con el anónimo.
Las casinas muy bonitas las dos. La procesión es corta por las razones que explican, pero a mi me parece que podía asistir mas gente. Yo estuve este año y en el pueblo había mas personas de las que asistieron a la procesión. Creo que es cuestión de pelear por mantener tradiciones, si la gente joven no lo hace, los mayores al final se van y la tradición se pierde.
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